Lo que se ve y lo que no se ve, es lo que te hace ser.
Une cuerpe que ocurre de manera inevitable, no así la identidad de género.

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Es aquí donde si permitimos la permeabilidad del dentro hacia afuera y aceptamos que lo que se ve y lo que no, siempre es igual de bello. Entendemos la necesaria normalización de cada una de las características de un ser humano.

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Con esto no nos referimos a un burdo plano anatómico, impermanente y que históricamente es impositivo. Le cuerpe no determina la sexualidad, el placer, lo encarnado que de manera brillante siempre encuentra su camino.

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Así, lo que nos hace ser mujer, hombre, no binarie, es el núcleo del ser, la voluntad y la esencia inevitable e inescapable. Somos seres de vida, de sexualidad inhere.